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sábado, 21 de junio de 2025

OUTCAST: UNA OSCURIDAD LO RODEA

 


Kyle Barnes no es un héroe. Ni quiere serlo. Ni se ve como tal. En realidad, cuando lo conocemos, apenas y quiere ser algo. Su casa está hecha un desastre, vive aislado y su única compañía es una bolsita de papas fritas vencidas. Pero detrás de ese tipo derrotado hay un pasado marcado por una palabra que no se menciona en voz alta: posesión. Su hermana parece ser la única interesada en que salga al mundo; mucho más que el propio Kyle, y, bajo amenaza y a regañadientes, éste acepta..aunque sea solo ir al super.

Kyle carga con una infancia atravesada por hechos inexplicables: su madre, su mujer… personas cercanas que en algún momento parecieron ser controladas por algo. Y él, de alguna forma, parece tener el extraño poder de sacarlo. A las piñas. Literalmente. Pero lejos de abrazar ese rol de exorcista moderno, Kyle lo rechaza, lo patea, se revuelca en la culpa y se pregunta si no será todo culpa suya. ¿Él provoca las posesiones? ¿Él las atrae? ¿Es un “outcast” (un paria...un marginado) porque fue elegido… o porque está maldito?

Del otro lado tenemos al reverendo Anderson, un cura de pueblo con más actitud que respuestas. Anderson tiene un poco de varios otros curas "famosos"; algo de el Padre Karras de "El Exorcista", algo de el Padre Moore ("El Exorcismo de Emily Rose"), algo del Padre Amorth (ese de Russell Crowe). Se cree una especie de guerrero de Dios, pero está más cerca de ser un boxeador de fe tambaleante. Bebe, fuma, se juega el dinero de la Iglesia a las cartas, dice malas palabras y parece tener tantos pecados como sermones. Pero no es ningún improvisado: ha estado enfrentando a estas entidades por años, aunque con métodos más espirituales que físicos.

Cuando se cruza con Kyle, ve la pieza que le falta a su cruzada: alguien que puede hacer lo que él no. Pero el choque entre ambos es inevitable. Kyle no quiere saber nada con iglesias ni con curas, y Anderson necesita desesperadamente aferrarse a algo que le dé sentido a su propia guerra; una guerra que está a punto de dar por perdida.

Lo interesante del dúo es que son un antihéroe con depresión y un cura en camino a la derrota. Hay tensión, hay sarcasmo, hay respeto a regañadientes. Son como un Mulder y Scully de provincia… pero con más traumas y menos FBI. 

Kirkman (si, ese que se hiciera toda la guita con "The Walking Dead") hace lo que mejor sabe: estirar la historia como chicle pero dándote lo justo para que no largues el tomo. Construye suspenso desde el silencio, los traumas y lo cotidiano. Crea un mundo donde lo sobrenatural importa, pero lo que de verdad te deja mal es el drama humano. Es lentísimo, si...pero te deja con ganas de leer los próximos 6 tomos.

Por su parte Azaceta, no busca ser "lindo". Es crudo, expresivo y muchas veces hasta desprolijo. Pero es exactamente lo que esta historia necesita. Gente rota, retratada como tal. El arte no te a "volar la cabeza", pero esos planos cerrados, hasta los paneles sin diálogo, lograrán ponerte incómodo...que es, casi te diría, el punto de la historia.

Interesante hallazgo en una librería de San Telma, que espero se repita. 

FICHA TÉCNICA

EDITORIAL: IMAGE COMICS
AÑO: 2015
# DE PÁGINAS: 152
GUION: ROBERT KIRKMAN
ARTE: PAUL AZACETA
TINTA: PAUL AZACETA
COLOR: ELIZABETH BREITWEISSER